la belleza,
como todo,
un día se acaba.
Una puta, efímera,
codependiente de lo ojos que la miran;
no digas nada de mi sonrisa
o mi forma de mirar.
Mírame,
cuéntame,
cuenta conmigo,
no de mí;
no me digas que te gustan mis ojos
por ser verdes,
¡no es más que un color, joder!
Dime que te gustan
por ser verdad.
Dime,
que ellos hablan,
lo que yo prefiero callar
y que tú les entiendes.
Me entiendes.
No digas que soy la mujer de tu vida.
Sólo seré mujer
y dueña
de la mía;
aunque quizá,
esté dispuesta a (com)partirme,
por tí.
No me digas "te quiero"
calculando mi reacción y respuesta,
¡qué no me digas nada que no sientas!
Qué no me digas "hasta mañana",
si no vas a venir...
No me digas
"nunca he sentido por alguien
lo que siento por tí"
y luego sólo sepas de sentidos,
o sin sentir.
Tú sabes de quererte,
de que te quieran.
En cambio yo,
sigo aprendiendo a quererme,
sigo intentando querer.
"Querer es poder",
pero tener el poder,
a veces,
es dejar de querer.
No te equivoques
conmigo,
que soy error constante.
Estoy haciendo el camino de vuelta
hacía mí;
entiende, a veces,
me verás perdida.
Nunca me gustaron los cuentos
para (no) dormir.
¡Qué no me los cuentes!
A mí, con caricias en la piel,
tu brazo en mi cintura,
tu respiración en la nuca.
No inventes historias
si no están basadas
en hechos reales.
Aquí la de los versos
y las utopías
soy yo;
tú bésame,
yo seguiré versando.