viernes, 23 de agosto de 2013

Saliva extranjera.

Sabía 
que jugaba con fuego. 

Cabía 

alguna posibilidad de quemarme 
y así fue. 

El problema vino 

cuando me enamoré de la luz de la llama, 
empece a necesitar el calor que produce 
su cercanía, 
le cogí cariño al mechero 
y creí 
que ningún otro (me) encendería igual. 

Caí de nuevo. 


Volví a jugar con su luz 

y sus sombras, 
a tratar de tocarle sin quemarme. 

A veces lo conseguía 

otras 
me limitaba a lamerme las heridas. 

Siempre pude contar con saliva extranjera 

para ciertas partes de mí. 

Pero cuando se trata de heridas, 

sólo yo 
estoy dispuesta a lamérlas 
despacio, 
tratando de curarlas bien 
y que no duelan tanto. 

sábado, 3 de agosto de 2013

Una de "imposibles"

Imposible, era 
que aparecieras un día 
y me revolucionaras la vida. 

Que llegaras 

para alborotarme el pelo, 
los sentidos, 
y el corazón. 

Tan imposible, 

como que me prestase a tu juego 
para dejarme despeinar la melena 
y las ideas. 

Imposible, era 

confiar  
en esa sonrisa de conquistador, 
en esos ojos 
que amenazan con comerme 
desde la boca 
hasta el alma 
al alba. 

Que entraras en mí 

para consentir 
que provocases este caos. 

Tan imposible, 

como que llegases a conocer 
el punto exacto en el que exploto 
de placer 
o rabia. 

Que te adueñases de mis noches 

despierta 
o dormida. 

Imposible, era 

que una noche de tormenta 
no me diese miedo.

Hasta que la pase en tus brazos. 


Es por eso, amor, 

que no creo en imposibles 
y mucho menos 
si se trata de ti.