jueves, 27 de noviembre de 2014

Seis horas/meses/vidas.

Jugamos con fuego 
porque lo que realmente nos gusta 
es quemarnos. 

Me quemo. 

Me quemo entre tus palabras 
y me descubro ardiendo 
en tus desvelos, 
si me desvelas tus intenciones. 

Me ahogo. 

Me ahogo en cada gota de agua salada 
que nos separa 
y añado alguna 
entre lagrimas; 
me ahogo en un mar de dudas 
cada vez me descuidas 
y son solo mis manos 
las que me desnudan. 

La impaciencia 

se abalanza sobre mí, 
la nostalgia 
me aprieta fuerte la garganta 
y me recuerda 
que no vendrás a salvarme; 

la primera 

se instala en mí, 
me abrazará todos estos meses, 
la segunda 
amenaza con robarme 
cada segundo de calma. 

La diferencia horaria 

me mira con lastima. 
- 'Seis horas.', me susurra. 
- 'Seis meses y seis vidas que perderé antes de que llegue.', 
le contesto. 
La séptima, 
te la tengo reservada. 

Siempre he justificado 

con el color de mis ojos 
la estúpida esperanza 
de la que vivo, 
por la que sigo viva. 
Esa misma 
que hoy se viste de espera 
y me convence de esperarte. 

Últimamente, 

viene con ironía a mi cabeza 
aquella frase de Escandar 
que tantas veces nos hemos repetido: 
'No me importan los continentes 
si tú eres el contenido'. 

Claro que me importan, joder.  

Me importa 
si el continente 
no es compartido 
y el contenido 
lo disfrutan otros. 

Y tú, 

ajeno a el caos que llevo dentro, 
desconocedor de la noria 
en la que he convertido mi vida, 
subes sin miedo, 
como ese niño que no teme al peligro 
porque lo desconoce. 

Bienvenido 

a la montaña rusa 
de mis estados emocionales, 
mi vida. 

Y yo, 

acortando kilómetros 
de la única forma que puedo 
y sé: 
escribiéndote. 
Sabiéndote allá, 
sintiéndote aquí, 
en mí. 

Mientras te empeñas en convertir 

abrazos en caricias, 
caricias en suspiros, 
suspiros en versos. 
Versos 
que salen de tu boca, 
para dibujar una sonrisa en la mía; 
versos 
que se escapan de tus dedos, 
jugando a dibujar y desdibujar 
las lineas fronterizas que nos saltaremos. 

Ahora 

soy yo quien suspira, 
porque en nuestro afán de ir al revés, 
hemos empezado escribiendo 
nuestra historia en papel, 
para continuarla en la piel. 

Porque quizá, 

empezando separados, 
acabemos juntos. 

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Después de usted, poeta.

La poesía es eso que envasa todos los mares 
y borra fronteras, 
es la que logra reunir todo este rompecabezas de continentes, 
para acercarnos por encima 
o por debajo de los kilómetros que sean. 

La poesía nos atrae, 

nos entiende, 
en ocasiones, 
también nos explica. 
No importan los kilómetros 
si al leer un mismo verso, 
los dos sonreímos 
y nos recordamos. 

Poesía es que tú duermas cuando yo apenas despierte. 


Poesía: 
tus deseos de buenas noches, 
mis deseos de buenos días. 

Con: Efrain Carbonó. 

domingo, 26 de octubre de 2014

¡Tú, poeta!

No 
te enamores 
de un poeta, 
imbécil. 

Alguien 
capaz de construir  
mundos 
con palabras, 
es también 
quien los puede derrumbar 
con silencios. 

Que acorta los kilómetros 
con versos; 
los físicos 
son números, 
él sólo querrá saber de letras. 

No 
te enamores 
de un poeta, 
imbécil. 

Sabrá qué decir, 
cuándo, dónde y cómo; 
te convertirá en 
musa,  
verso, 
poesía y polvo 
a su antojo. 

Leerá 
e interpretará 
cada una de tus lineas, 
cada una de tus curvas, 
cada uno de tus garabatos; 

sabrá, también 
el significado de tus folios 
en blanco. 

No 
te enamores 
de un poeta, 
imbécil. 

Esconderá 
sus ideas 
en un sobrero que, 
entiende, 
sólo se quitará en la cama; 
para entonces 
ya no llevarás 
ni ropa, 
ni dudas, 
ni miedos. 

No te enamores de una poeta imbécil, 
tampoco. 

¡Qué 
soy esa imbécil, 
digo! 

jueves, 25 de septiembre de 2014

Hechos reales.

No me digas que soy guapa, 
la belleza, 
como todo, 
un día se acaba. 
Una puta, efímera, 
codependiente de lo ojos que la miran; 

no digas nada de mi sonrisa 

o mi forma de mirar. 
Mírame, 
cuéntame, 
cuenta conmigo, 
no de mí; 

no me digas que te gustan mis ojos 

por ser verdes, 
¡no es más que un color, joder! 
Dime que te gustan 
por ser verdad. 
Dime, 
que ellos hablan, 
lo que yo prefiero callar 
y que tú les entiendes. 
Me entiendes. 

No digas que soy la mujer de tu vida. 

Sólo seré mujer 
y dueña 
de la mía; 
aunque quizá, 
esté dispuesta a (com)partirme, 
por tí. 

No me digas "te quiero" 

calculando mi reacción y respuesta, 
¡qué no me digas nada que no sientas! 
Qué no me digas "hasta mañana", 
si no vas a venir... 

No me digas 

"nunca he sentido por alguien 
lo que siento por tí" 
y luego sólo sepas de sentidos, 
o sin sentir. 

Tú sabes de quererte, 

de que te quieran. 
En cambio yo, 
sigo aprendiendo a quererme, 
sigo intentando querer. 

"Querer es poder", 

pero tener el poder, 
a veces, 
es dejar de querer. 

No te equivoques 

conmigo, 
que soy error constante. 
Estoy haciendo el camino de vuelta 
hacía mí; 
entiende, a veces, 
me verás perdida. 

Nunca me gustaron los cuentos 

para (no) dormir. 
¡Qué no me los cuentes!
A mí, con caricias en la piel, 
tu brazo en mi cintura, 
tu respiración en la nuca. 
No inventes historias 
si no están basadas 
en hechos reales. 

Aquí la de los versos 

y las utopías 
soy yo; 
tú bésame, 
yo seguiré versando. 

jueves, 20 de marzo de 2014

Sureño.

Buenos días, 
corazón. 
Dije. 

Y no latiste. 

Sabías que sería una mañana triste, 
de esas en las que seguir durmiendo 
es la mejor opción. 
Despertaste poco a poco, 
reticente. 
Latiste. 
Débil. 

Pero de mañanas grises 
nacen los rayos de sol 
más puros. 

Te rozó 

apenas 
su calor sureño 
y te basto para perder el norte. 
Latiste. 
Latiste. 
Latiste. 
Latiste latiste latiste. 

Aquella mañana, 

bajo cualquier predicción, 
no fue triste. 

Qué se vistan los días de gris 

y frío, 
a mí 
me basta con el color de sus ojos 
para calentar mis huesos 
y colorear mis días. 

Será.

¿Será verdad eso que dicen? 
¿Será cierto, Primavera? 
¿Será que vuelves y 
todo volverá a ser cómo era? 

Que este frío suelte mis huesos, 

que esta nostalgia de ti se disipe, 
que tu calor me devuelva la vida 
y deje que me muestre 
abierta y bonita; 
bañada de color. 

jueves, 6 de febrero de 2014

Sin disculpa, ni perdón.

Lo siento, 
pero. 

Sólo corro 

detrás de lo quiero 
y no siempre me divierte. 

Huir, 

eso sí. 
Siempre se me ha dado. 

No he sido buena estudiante, 

pero tengo buena memoria. 
Ojalá peor. 
Olvidar más fácil, 
recomenzar, 
reconstruirme. 

No soy perfecta 

en nada, 
ni en nadie. 
Ni pretendo serlo. 

Beso 

cada uno 
de mis errores 
porque les duele más 
a ellos serlo, 
que a mi 
haberlos cometido. 

No dejo ir 

ni siquiera 
aquello que no necesito. 

La inseguridad 
la desconfianza 
viajan conmigo, 
al fin 
y al cabo 
son mías. 
Completamente mías. 

No es fácil quererme. 
Lo sé 
porque a veces 
a mí 
también me resulta más fácil 
no hacerlo. 

Que no suene 
a disculpa 
ninguno de estos versos. 

Quizá,
lo siento, 
pero.