Jugamos con fuego
porque lo que realmente nos gusta
es quemarnos.
Me quemo.
Me quemo entre tus palabras
y me descubro ardiendo
en tus desvelos,
si me desvelas tus intenciones.
Me ahogo.
Me ahogo en cada gota de agua salada
que nos separa
y añado alguna
entre lagrimas;
me ahogo en un mar de dudas
cada vez me descuidas
y son solo mis manos
las que me desnudan.
La impaciencia
se abalanza sobre mí,
la nostalgia
me aprieta fuerte la garganta
y me recuerda
que no vendrás a salvarme;
la primera
se instala en mí,
me abrazará todos estos meses,
la segunda
amenaza con robarme
cada segundo de calma.
La diferencia horaria
me mira con lastima.
- 'Seis horas.', me susurra.
- 'Seis meses y seis vidas que perderé antes de que llegue.',
le contesto.
La séptima,
te la tengo reservada.
Siempre he justificado
con el color de mis ojos
la estúpida esperanza
de la que vivo,
por la que sigo viva.
Esa misma
que hoy se viste de espera
y me convence de esperarte.
Últimamente,
viene con ironía a mi cabeza
aquella frase de Escandar
que tantas veces nos hemos repetido:
'No me importan los continentes
si tú eres el contenido'.
Claro que me importan, joder.
Me importa
si el continente
no es compartido
y el contenido
lo disfrutan otros.
Y tú,
ajeno a el caos que llevo dentro,
desconocedor de la noria
en la que he convertido mi vida,
subes sin miedo,
como ese niño que no teme al peligro
porque lo desconoce.
Bienvenido
a la montaña rusa
de mis estados emocionales,
mi vida.
Y yo,
acortando kilómetros
de la única forma que puedo
y sé:
escribiéndote.
Sabiéndote allá,
sintiéndote aquí,
en mí.
Mientras te empeñas en convertir
abrazos en caricias,
caricias en suspiros,
suspiros en versos.
Versos
que salen de tu boca,
para dibujar una sonrisa en la mía;
versos
que se escapan de tus dedos,
jugando a dibujar y desdibujar
las lineas fronterizas que nos saltaremos.
Ahora
soy yo quien suspira,
porque en nuestro afán de ir al revés,
hemos empezado escribiendo
nuestra historia en papel,
para continuarla en la piel.
Porque quizá,
empezando separados,
acabemos juntos.
jueves, 27 de noviembre de 2014
miércoles, 5 de noviembre de 2014
Después de usted, poeta.
La poesía es eso que envasa todos los mares
y borra fronteras,
es la que logra reunir todo este rompecabezas de continentes,
para acercarnos por encima
o por debajo de los kilómetros que sean.
es la que logra reunir todo este rompecabezas de continentes,
para acercarnos por encima
o por debajo de los kilómetros que sean.
La poesía nos atrae,
nos entiende,
en ocasiones,
también nos explica.
No importan los kilómetros
si al leer un mismo verso,
los dos sonreímos
y nos recordamos.
Poesía es que tú duermas cuando yo apenas despierte.
Poesía:
tus deseos de buenas noches,
mis deseos de buenos días.
Con: Efrain Carbonó.
domingo, 26 de octubre de 2014
¡Tú, poeta!
No
te enamores
de un poeta,
imbécil.
Alguien
capaz de construir
mundos
con palabras,
es también
quien los puede derrumbar
con silencios.
Que acorta los kilómetros
con versos;
los físicos
son números,
él sólo querrá saber de letras.
No
te enamores
de un poeta,
imbécil.
Sabrá qué decir,
cuándo, dónde y cómo;
te convertirá en
musa,
verso,
poesía y polvo
a su antojo.
Leerá
e interpretará
cada una de tus lineas,
cada una de tus curvas,
cada uno de tus garabatos;
sabrá, también
el significado de tus folios
en blanco.
No
te enamores
de un poeta,
imbécil.
Esconderá
sus ideas
en un sobrero que,
entiende,
sólo se quitará en la cama;
para entonces
ya no llevarás
ni ropa,
ni dudas,
ni miedos.
No te enamores de una poeta imbécil,
tampoco.
¡Qué
soy esa imbécil,
digo!
te enamores
de un poeta,
imbécil.
Alguien
capaz de construir
mundos
con palabras,
es también
quien los puede derrumbar
con silencios.
Que acorta los kilómetros
con versos;
los físicos
son números,
él sólo querrá saber de letras.
No
te enamores
de un poeta,
imbécil.
Sabrá qué decir,
cuándo, dónde y cómo;
te convertirá en
musa,
verso,
poesía y polvo
a su antojo.
Leerá
e interpretará
cada una de tus lineas,
cada una de tus curvas,
cada uno de tus garabatos;
sabrá, también
el significado de tus folios
en blanco.
No
te enamores
de un poeta,
imbécil.
Esconderá
sus ideas
en un sobrero que,
entiende,
sólo se quitará en la cama;
para entonces
ya no llevarás
ni ropa,
ni dudas,
ni miedos.
No te enamores de una poeta imbécil,
tampoco.
¡Qué
soy esa imbécil,
digo!
jueves, 25 de septiembre de 2014
Hechos reales.
la belleza,
como todo,
un día se acaba.
Una puta, efímera,
codependiente de lo ojos que la miran;
no digas nada de mi sonrisa
o mi forma de mirar.
Mírame,
cuéntame,
cuenta conmigo,
no de mí;
no me digas que te gustan mis ojos
por ser verdes,
¡no es más que un color, joder!
Dime que te gustan
por ser verdad.
Dime,
que ellos hablan,
lo que yo prefiero callar
y que tú les entiendes.
Me entiendes.
No digas que soy la mujer de tu vida.
Sólo seré mujer
y dueña
de la mía;
aunque quizá,
esté dispuesta a (com)partirme,
por tí.
No me digas "te quiero"
calculando mi reacción y respuesta,
¡qué no me digas nada que no sientas!
Qué no me digas "hasta mañana",
si no vas a venir...
No me digas
"nunca he sentido por alguien
lo que siento por tí"
y luego sólo sepas de sentidos,
o sin sentir.
Tú sabes de quererte,
de que te quieran.
En cambio yo,
sigo aprendiendo a quererme,
sigo intentando querer.
"Querer es poder",
pero tener el poder,
a veces,
es dejar de querer.
No te equivoques
conmigo,
que soy error constante.
Estoy haciendo el camino de vuelta
hacía mí;
entiende, a veces,
me verás perdida.
Nunca me gustaron los cuentos
para (no) dormir.
¡Qué no me los cuentes!
A mí, con caricias en la piel,
tu brazo en mi cintura,
tu respiración en la nuca.
No inventes historias
si no están basadas
en hechos reales.
Aquí la de los versos
y las utopías
soy yo;
tú bésame,
yo seguiré versando.
jueves, 20 de marzo de 2014
Sureño.
Buenos días,
corazón.
Dije.
Y no latiste.
Sabías que sería una mañana triste,
de esas en las que seguir durmiendo
es la mejor opción.
Despertaste poco a poco,
reticente.
Latiste.
Débil.
Pero de mañanas grises
nacen los rayos de sol
más puros.
Te rozó
apenas
su calor sureño
y te basto para perder el norte.
Latiste.
Latiste.
Latiste.
Latiste latiste latiste.
Aquella mañana,
bajo cualquier predicción,
no fue triste.
Qué se vistan los días de gris
y frío,
a mí
me basta con el color de sus ojos
para calentar mis huesos
y colorear mis días.
corazón.
Dije.
Y no latiste.
Sabías que sería una mañana triste,
de esas en las que seguir durmiendo
es la mejor opción.
Despertaste poco a poco,
reticente.
Latiste.
Débil.
Pero de mañanas grises
nacen los rayos de sol
más puros.
Te rozó
apenas
su calor sureño
y te basto para perder el norte.
Latiste.
Latiste.
Latiste.
Latiste latiste latiste.
Aquella mañana,
bajo cualquier predicción,
no fue triste.
Qué se vistan los días de gris
y frío,
a mí
me basta con el color de sus ojos
para calentar mis huesos
y colorear mis días.
Será.
¿Será verdad eso que dicen?
¿Será cierto, Primavera?
¿Será que vuelves y
todo volverá a ser cómo era?
Que este frío suelte mis huesos,
que esta nostalgia de ti se disipe,
que tu calor me devuelva la vida
y deje que me muestre
abierta y bonita;
bañada de color.
¿Será cierto, Primavera?
¿Será que vuelves y
todo volverá a ser cómo era?
Que este frío suelte mis huesos,
que esta nostalgia de ti se disipe,
que tu calor me devuelva la vida
y deje que me muestre
abierta y bonita;
bañada de color.
jueves, 6 de febrero de 2014
Sin disculpa, ni perdón.
Lo siento,
pero.
Sólo corro
detrás de lo quiero
y no siempre me divierte.
Huir,
eso sí.
Siempre se me ha dado.
No he sido buena estudiante,
pero tengo buena memoria.
Ojalá peor.
Olvidar más fácil,
recomenzar,
reconstruirme.
No soy perfecta
en nada,
ni en nadie.
Ni pretendo serlo.
Beso
cada uno
de mis errores
porque les duele más
a ellos serlo,
que a mi
haberlos cometido.
No dejo ir
ni siquiera
aquello que no necesito.
La inseguridad
y la desconfianza
viajan conmigo,
al fin
y al cabo
son mías.
Completamente mías.
No es fácil quererme.
Lo sé
porque a veces
a mí
también me resulta más fácil
no hacerlo.
Que no suene
a disculpa
ninguno de estos versos.
Quizá,
lo siento,
pero.
pero.
Sólo corro
detrás de lo quiero
y no siempre me divierte.
Huir,
eso sí.
Siempre se me ha dado.
No he sido buena estudiante,
pero tengo buena memoria.
Ojalá peor.
Olvidar más fácil,
recomenzar,
reconstruirme.
No soy perfecta
en nada,
ni en nadie.
Ni pretendo serlo.
Beso
cada uno
de mis errores
porque les duele más
a ellos serlo,
que a mi
haberlos cometido.
No dejo ir
ni siquiera
aquello que no necesito.
La inseguridad
y la desconfianza
viajan conmigo,
al fin
y al cabo
son mías.
Completamente mías.
No es fácil quererme.
Lo sé
porque a veces
a mí
también me resulta más fácil
no hacerlo.
Que no suene
a disculpa
ninguno de estos versos.
Quizá,
lo siento,
pero.
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