martes, 30 de julio de 2013

La quiero.

La tengo que querer, 
joder. 

Por esas madrugadas 
en las que ni yo misma quería escucharme 
y ella lo hacía, 
y lo hace. 

Por la paciencia que tiene conmigo, 
y mira que soy difícil de querer 
a veces. 

Sabiendo 
que soy una montaña rusa de emociones 
y terminara mareada, 
se sube a mis días 
y se enfrenta a lo que venga. 

Que la única vez que la vi llorar, 
fue por hacerme compañía. 

La he visto indignarse más 
por el daño que me hacían a mí, 
que por el que le han hecho a ella. 

La tengo que querer, 
joder. 

Por las noches de borrachera 
en cualquier parte de la ciudad. 

Por las madrugadas en su terraza 
mirando la luna, 
haciendo planes, 
contádonos historias 
que ya conocemos. 

Yo 
que podría escribir las suyas. 
Ella 
que podría narrar las mías. 

La de veces 
que me habré levantado de su mano. 
La de veces 
que acabo por sentarse en el suelo 
a mi lado. 

Apostaría, 
y mira que soy de hacerlo 
sobre inseguro, 
a que no llegaré a agradecérselo bastante. 

La tengo que querer, 
joder, 
y la quiero. 

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